En algún lugar de la mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, donde las ollas abren su boca, las sartenes se entonan con cánticos de aceite caliente, y mientras en la sala se oyen interminables movimientos rítmicos y sincronizados de claqué, se desarrolla una danza peculiar y misteriosa…
Lo siento por el preámbulo, pero no, no estoy hablando del último éxito de Top Dance, sino del inquietante baile de las horas en vuestro restaurante.
¿Te recuerda este escenario?: un camarero, cocinero.. entusiasta entra a trabajar en un restaurante con la promesa de horas justas, un salario digno y todo a convenio. Sin embargo, lo que encuentra es un laberinto de horas desaparecidas y un reloj que parece moverse al antojo del jefe.
El propietario, conocido en estos círculos como «Anthony Blake», parece tener una habilidad innata para hacer que las horas desaparezcan más rápido que la propina de una mesa. Las jornadas laborales se convierten en un juego de escondite, donde las horas se esfuman sin dejar rastro.
Y entonces llega la verdadera tragedia: mientras el propietario ostenta y exhibe con orgullo el título de la etiqueta de «Anís el Mono», entre tanto se encuentra amañando con especial habilidad y/o ayuda de sus secuaces el registro de jornada laboral, el pobre camarero se encuentra en un torbellino de horas no pagadas y convenios ignorados, más largas que la procesión de Semana Santa en Sevilla. Las normativas laborales, como espectadores impotentes, observan desde la distancia mientras este drama se desarrolla en el escenario del restaurante, a manos del propietario «Blake».
Y así, el empleado hostelero, una vez lleno de esperanza y sueños de dar lo mejor de si, se encuentra enredado en una red de engaños y falsas promesas. Su futuro laboral se desvanece como el humo de una parrilla caliente, mientras el propietario se retira a contar la caja al estilo Gollum.
Después, solo a los empleados Leónidas, les quedan fuerzas para denunciar esta injusticia y enfrentarse a los persas del entramado de la administración (gestores, abogados, juzgados, seguridad social…) y ver impotentes como su jefe a remitido un registro horario en excel o papel (que me hizo firmar con la venda en los ojos) más modificado que una escopeta de feria, y es admitido como prueba con el silencio e ignorancia complice de todos los participantes.
Aquí es donde entra mi intelecto hoshero y creo junto a Errante Digital una aplicación de registro de jornada laboral, inmodificable y certificada denominada HOSCONTROL.
Hoshero
¿En que se diferencia de los cientos de aplicaciones de jornada laboral que hay? Sencillo, que esta destinada a un solo público, propietarios y empleados honrados.
La aplicación cumple escrupulosamente la normativa, proporcionando tal y como establece: información fiable, inmodificable y no manipulable a posteriori.
Así que si eres un propietario honrado o un empleado cansado de villanos, ya tienes un superpoder a tu alcance, visita nuestro apartado HOSCONTROL y observa lo que puede hacer por ti.
No te rindas y sé un Hoshero!!!!!
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